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Riego correcto plantas. Garden Center Sopela

Consejos : Los errores que hacen sufrir a tus plantas

Consejos : Los errores que hacen sufrir a tus plantas

¿Qué has hecho mal para que esa planta que tanto te gusta haya perdido lustre y parezca a punto de morir? ¿Tenías claro cómo había que cuidarla? Cada especie tiene sus propias exigencias, así que la primera medida que tienes que tomar para que una planta te dure mucho tiempo es informarte bien.
Pregunta en nuestro  centro de jardinería, ya que en general, los errores que se cometen a la hora de regar, abonar, podar… explican la mayoría de las veces por qué se estropean las plantas.
Falta de agua
Regar lo justo las plantas no implica someterlas al estrés de la falta de agua. Las que viven en tiesto corren mayor riesgo de quedarse secas. En el jardín, salvo que sean plantas xerófilas bien implantadas, la ausencia de riego puede provocar la desecación de las hojas y daños irrecuperables por defoliación. En el caso de las herbáceas y los árboles y arbustos delicados o recién plantados, la falta de agua sumada a una subida fuerte y repentina de la temperatura ambiental puede provocarles un golpe de calor; las vivaces y leñosas pueden perder mucho follaje, pero con los cuidados adecuados probablemente se recuperen; las anuales no podrán recobrarse.
¿Cómo hay que regar?
Cada planta necesita su propia dosis de agua, que además está condicionada por la temperatura y sequedad ambientales y el tipo de suelo. Para no equivocarte, riégala cuando notes que la superficie del sustrato está seca. Ten en cuenta que hay especies que en invierno no se deben regar en absoluto.
Exceso de abono
Una dosis excesiva de fertilizante puede manifestarse de muchas maneras: un crecimiento vegetativo rápido y exuberante, un color verde azulado del follaje, quemaduras en las hojas, o una extrema vulnerabilidad ante los embates de ciertas plagas, como los pulgones o cochinillas. Como pasa con todo ser vivo, la sobre alimentación en las plantas también es negativa. En el caso de muchas especies de interior, por ejemplo, como ciertas orquídeas y helechos y los espatifilios en general, la dosis de fertilizante ha de ser muy diluida para que les resulte beneficiosa.
Falta de abono
Si las hojas lucen un color verde pálido o amarillento, sobre todo las más viejas o las de la parte inferior del ejemplar, probablemente sea síntoma de la carencia de algún macroelemento: nitrógeno (N), fósforo (P) o potasio (K); revisa el tipo de fertilizante que les estás dando y la frecuencia de aplicación. En cambio, si detectas un crecimiento débil, palidez en los brotes y hojas nuevas, o flores descoloridas, probablemente sea porque les está faltando algún microelemento; echa mano de los correctores de carencias genéricos, que aportan una dosis extra de estos nutrientes y complementan la acción de los abonos.
Cómo hay que abonar
Es clave respetar la dosis indicada en el envase del fertilizante. Pero, además, siempre hay que tener en cuenta las necesidades concretas de nutrientes de cada planta, que están condicionadas, en general, por la especie, su tamaño y su ciclo biológico, entre otros parámetros. No necesita lo mismo una planta verde (dales un abono rico en nitrógeno) que una que está en plena floración (mejor si es rico en fósforo y potasio). En los meses de receso invernal se debe interrumpir el abonado en el caso de las plantas de jardín, o reducir la dosis en las de interior. En los tiestos, los nutrientes se agotan más rápido.
Coníferas marrones. Garden Center Sopela

Coníferas marrones, ¿qué hago?

¿Por qué se vuelven marrones las coníferas?

De buenas a primeras, tu ciprés empieza a secarse, o un ejemplar de arizónica de tu seto se vuelve marrón… ¡Aumentar el riego no es la solución! Es probable que el origen del problema sea precisamente el exceso de agua, la condición propicia para que, además, un patógeno encuentre su oportunidad para atacar la raíz o el tronco y las ramas. Aquí te contamos cómo abordar el problema.
Amarronamiento de las coníferas es el nombre que reciben los síntomas de desecación parcial o total de estas plantas. Suele producirse especialmente en los cipreses, sobre todo Cupressus macrocarpa y Cupressus sempervirens (ciprés común), Cupressus x leylandii (ciprés de Leyland), los setos de arizónica (Cupressus arizonica), pero también en el falso ciprés de Lawson (Chamaecyparis lawsoniana), Cryptomeria japonica, tuyas(Thuja), juníperos (Juniperus), abetos (Abies y Picea) y pinos(Pinus). Coníferas en general.
A la perniciosa falta de oxígeno a nivel de las raíces se suele sumar el ataque oportunista de agentes biológicos a los que precisamente favorecen los terrenos encharcados.
El pernicioso encharcamiento
Esa desecación suele producirse en un altísimo porcentaje a causa del encharcamiento del sustrato, ya sea por exceso de riego, mal drenaje, un suelo poco poroso, demasiado pesado o arcilloso, o simplemente un hoyo de plantación mal realizado. La consecuencia: el agua llena los poros del sustrato que debería ocupar el aire y las raíces se quedan pronto sin oxígeno. Al aumentar el dióxido de carbono en el entorno radicular se desencadena una serie de reacciones químicas que provocan una pérdida de permeabilidad en las membranas de las raíces. Cuando esto ocurre, la planta empieza a tener dificultades para absorber agua y nutrientes y el follaje comienza a amarillear.
La acción de los agentes biológicos
A la perniciosa falta de oxígeno a nivel de las raíces se suele sumar el ataque oportunista de agentes biológicos a los que precisamente favorecen los terrenos encharcados. Es el caso de laPhytophthora cinnamomi, un microorganismo (Oomiceto) que comienza por atacar las raíces secundarias, encargadas de absorber el agua y los nutrientes, provocando su pudrición; luego invade las raíces primarias o estructurales, y finalmente afecta a la base del tronco. La infección se extiende pronto a las plantas vecinas. Las primeras manifestaciones del ataque son el marchitamiento del follaje, que amarillea y luego se seca. Las raíces se pudren y oscurecen.
Un hongo que ataca la parte aérea
Otro patógeno que aprovecha la debilidad de la planta para atacarla es el hongo Seiridium cardinale, que afecta al tronco y las ramas. Las esporas aprovechan cualquier herida en la corteza para infectar al ejemplar; en la zona atacada se produce una herida rojiza, un chancro por encima del cual la rama toma una coloración amarronada y se seca. Esas heridas se pueden rebañar mediante una cuchilla muy afilada, para luego cubrir la zona con una pasta desinfectante y cicatrizante; las ramas secas se deben podar, ya que son irrecuperables. La aplicación del fungicida adecuado permitirá prevenir y controlar la enfermedad en el ejemplar afectado y sus vecinos. Tanto la Phytopthora cinnamomi como el Seiridium cardinale pueden atacar también sin necesidad de que haya exceso de agua en el sustrato.
LAS SOLUCIONES
• Eliminar el problema del encharcamiento. Controlar el riego, tanto su dotación (cantidad de agua) como frecuencia, es esencial para impedir la acumulación de agua en el suelo; asimismo, en el caso de setos regados por goteo conviene evitar que la línea de goteros moje el tronco (deberían colocarse a unos 20 centímetros). Las coníferas más sensibles al exceso de agua no necesitan mucho riego, y solo deberían regarse cuando verdaderamente sea necesario. A las coníferas y setos los afecta negativamente la proximidad a las áreas de césped, que tiene alta necesidad de riego.
• Asegurar la aireación del sustrato. Al plantar las coníferas es clave asegurar un buen drenaje del hoyo de plantación, o de toda la zona si se trata de un seto, y mejorar la textura del suelo entrecavándolo para acrecentar la porosidad, que permitirá un intercambio gaseoso correcto. Si el terreno es excesivamente pesado o se suele acumular agua en él de forma natural es preferible no plantar allí coníferas, que requieren suelos profundos, de textura franca.
 Respetar el marco de plantación, sobre todo en los setos (a la hora de plantar es obligado tener en cuenta el tamaño que alcanzan las plantas en su fase adulta), es otro imperativo para evitar la colmatación de las raíces y su asfixia.
• Entrecavar. Si se trata de una plantación ya establecida es importante hacer entrecavas para airear el terreno. A las coníferas en general las beneficia contar con alcorques amplios o arriates cercanos que permitan la correcta aireación del sistema radicular.
 Proporcionar una fertilización equilibrada. Recurrir a la aplicación de abonos foliares, de alto contenido en nitrógeno y aminoácidos asimilables por la planta a través del follaje, produce un efecto reverdeciente muy rápido. Sin embargo, no resuelve el problema de fondo, que es la presencia de un patógeno o el exceso de agua en el sustrato.
• Aplicar un fungicida. La efectividad del fitosanitario dependerá de un diagnóstico acertado. Enviar muestras a un laboratorio especializado te permitirá actuar en consecuencia. Los centros de jardinería recomiendan aplicar un tratamiento preventivo y curativo con un fungicida contra la Phytophthora en abril-mayo, julio y septiembre.
Nuestro agradecimiento a Daniel Palmero, director del Laboratorio de Protección Vegetal de la E.U.I.T. Agrícola de la Universidad Politécnica de Madrid, por su colaboración y supervisión de este artículo.