El lenguaje de los perros. Garden Center Sopela

Un diccionario para entender a tu perro. Mascotas #SeguimosBajandoPrecios

Saber interpretar las actitudes y comportamientos de perros, o gatos, exige conocer ciertas claves de la conducta animal. ¿Qué quiere decirte tu perro si escarba el jardín? ¿Y si muerde los muebles? ¿Y cuando cuida sus juguetes como si fueran cachorros? Con un pequeño curso de idiomas podrás entender todos sus gestos.

Un malentendido, un problema de incomunicación, es algo habitual hasta entre los mejores amigos… Lo mismo sucede entre perros y amos. Haya paz: el primer Mini Diccionario bilingüe Español/ Perro Perro/Español, firmado por el veterinario Jean Cuvelier, traduce el lenguaje de los perros al idioma humano y explica cómo interpreta el can los gestos de sus amigos bípedos. ¡Hablando se entiende la gente!
El perro capta los mensajes verbales, pero atiende mucho más a los gestos, las posturas o el contacto. Por eso es clave que tanto la voz como la mímica sean coherentes
Un consejo general: muchas personas tienden a humanizar a su perro y priorizan el lenguaje verbal en la comunicación, modelando el tono de lo cariñoso a lo enfadado. El perro lo capta, pero atiende mucho más a la mímica, las posturas o el contacto, por eso es clave que tanto la voz como los gestos sean coherentes en el mensaje. Por ejemplo, los perros se confunden si el amo los llama con un tono amable para después arrancarse a gritar o castigarlos. “¿Pero qué he hecho mal o bien?”, se preguntará.
CACHORRO TERREMOTO
Problema frecuente: el cachorro hiperactivo que no para de agitarse alrededor de su amo y mordisquear. El humano se divierte, le ríe las gracias. El perrito piensa: “Le gusta, así que sigo haciendo el demonio de Tasmania”. En realidad esa falta de control puede indicar confusión por falta de límites y reglas (de la madre o del amo), o ansiedad porque en su entorno no disfruta de estímulos adecuados. Será necesario corregirlo para evitar que degenere en exceso de agresividad cuando se haga mayor.
“QUIERO SER MAMÁ”
De pronto una perrita hembra pasa horas recostada en su cama y con sus juguetes favoritos en el regazo. Está nerviosa, agresiva, incluso segrega leche: “¡Son mis bebés!”. Literalmente tiene un embarazo psicológico y hay que tratarlo con cuidado, retirar los juguetes, reducir la dosis de alimento y agua, consultar al veterinario para que le recete diuréticos y antigalactogogos, porque más adelante podría padecer tumores de mama.
EL ARRUINA JARDINES
Al perro le da por escarbar en el amado jardín, para gran disgusto del dedicado jardinero. Sencillamente puede que se trate de una raza con fuerte instinto cazador o quizás sea un síntoma de angustia por soledad (una de las causas más comunes de la conducta hooligan) o de mortal aburrimiento. En todo caso, el dueño nunca debe cavar en el jardín delante del perro para que no piense: “Si él lo hace, bien hecho está, ¡a imitarlo!”. Si se le sorprende tunelando otra vez, es útil castigarle a cierta distancia, por ejemplo con un manguerazo de agua. Así no asociará el castigo con la presencia del amo y aunque esté solo aplicará la lección de que excavar no le conviene para nada.
“NO ME MIRES A LOS OJOS”
Con un perro muy agresivo que parece a punto de atacar, ¡diplomacia! Mirarle directamente a los ojos o agacharse para apaciguarlo le hará creer lo contrario: “Me está amenazando, tengo que defenderme”. Ni correr ni arrojarle cosas, mejor quedarse quieto, los hombros caídos, la mirada baja y movimientos lentos para decirle: “Tranquilo, ni soy presa ni enemigo”. Si en el peor de los casos se abalanza y te derriba, debes girar como los toreros y hacerte un ovillo cubriéndote cabeza y cuello con los brazos.
¿BESITO DE PERDÓN?
Entre los perros que no tienen clara la jerarquía en la manada humana es común el falso perdón: el animal propina un mordisco (leve si está en modo dominio y más fuerte si es en desafío) y después se acerca para lamer la zona atacada. La víctima se lo permite: “Bueno, ha entendido que está mal y me pide disculpas”. El perro piensa: “Bien, has entendido que aquí mando yo”. En esos casos, despecho y distancia. Algo parecido sucede cuando el perro se empeña en tumbarse en un pasillo y dificultar el paso de la familia. Allí se hace fuerte. En realidad cree que le corresponde por liderazgo: es un punto estratégico de paso y asume la posición de vigía.